martes, 25 de enero de 2011

Burocracia Academicista

Situación: una estudiante de la FHyE solicita una Carta de Culminación de Créditos ante Control de Estudios para aspirar a un aumento de sueldo en su trabajo. Para esta semana ya es el tercer intento de solicitud, el cual se ha visto frustrado anteriormente.

En la primera ocasión se debió al temprano cierre de la instancia ya mencionada, a causa del paro escalonado que ha venido protagonizando el personal administrativo de la universidad, por razones harto conocidas.
En la segunda oportunidad, tras un nuevo permiso requerido por la interesada en su trabajo para poder realizar dicha diligencia, encuentra, ¡Enhorabuena!, la instancia con sus puertas abiertas, se le niega la solicitud, ¿Por qué? la razón esgrimida por el personal de Control de Estudios es que la estudiante debía inscribir el Proyecto de Tesis para poder ser emitida tal carta. Considerando que la interesada tiene un exceso de créditos aprobados, y no pretende, al menos por ahora, inscribir Tesis, ni tampoco más créditos, no existe ninguna limitación coherente que le impida la emisión de un simple papel que indique que ya curso los créditos requeridos. Y es que, en efecto es necesaria la carta de culminación para la inscripción del Proyecto de Tesis, pero no lo contrario, es decir, la inscripción del Proyecto de Tesis para poder obtenerla ¿Círculo vicioso?. Vale acotar que dentro de los documentos a consignar para la solicitud de la dichosa carta, no se indica POR NINGUNA PARTE la inscripción de un Proyecto de Tesis.

En el tercer intento, la estudiante, ya visiblemente obstinada y cansada de ésta absurda situación, acude a la Dirección de su Escuela en búsqueda de una efectiva solución. En un primer momento, el director comparte su posición en tanto que no tiene sentido ni relación alguna la prelación del proyecto sobre la Carta de Culminación. En un segundo y último momento (dos días después) le dice que “eso es un asunto de control de estudios”, es decir, que no se podía hacer nada. Después de mucho reclamar y demandar solución inmediata a la dirección, logró tramitar finalmente la emisión de la carta (suspiro de alivio prolongado tras secar una gruesa gota de sudor).

Es seguro que ustedes no quedaron más agotados al leer ésta descripción que la estudiante después de todo este engorroso proceso al que se vio sometida. Cansancio, fastidio, tardanza, mal humor (el causado al estudiante, y el proyectado por cierto personal administrativo) son parte del habitual calvario al que nos vemos sometidos muchas veces al intentar realizar algún trámite en nuestra casa de estudios, al comprender un hecho frecuente para el resto de las facultades. Ya sea en la espera de la aprobación de una Solicitud de Estudios Simultáneos, donde nos vemos sometidos a pasar por una larga cadena de instancias, peregrinando de estación en estación, de un lado a otro, de arriba a abajo, tardando incluso meses sólo para recibir una sagrada imprenta. ¡Y ni hablar de la Equivalencia! que demora más de un año en ser aprobada, dando igual cursar los créditos que pretendíamos ahorrarnos con ella.

¿Cómo es posible que un requerimiento tan simple, como el descrito, genere tan adversas e INNECESARIAS condiciones? ¡Si tan sólo se aplicara el sentido común! En todo caso, representamos dignamente la realidad de la sociedad venezolana, identificada institucionalmente con un burocratismo arcaico, ineficiente y complicado, lleno de contrariedades, absurdas e irracionales, una burocracia que se absorbe a sí misma, donde los papeles sobran y las soluciones faltan, y, en caso de darse, tardan una eternidad. Para hacer Universidad, para hacer Institución, efectivamente es vital la burocracia, pero entendida como un medio y no como un fin en sí. Se supone que su razón de ser es facilitar las cosas, no complicarlas.

Un llamado urgente a no perder el sentido, a no perder de vista el horizonte de necesidades y demandas que los canales regulares están destinados a satisfacer. Justamente la crisis generalizada que vive hoy la universidad venezolana se debe, al menos en parte, a la ignorancia, consciente o inconsciente (dando acá, quizá inocentemente, el beneficio de la duda), de las verdaderas prioridades y exigencias de la universidad las cuales deberían estar por encima de intereses políticos, tendiendo a la estructuración de una sólida base institucional que responda, garantice y exprese, su función y acción verdadera, entendida como lo que es, una Institución del Estado, no del Gobierno OJO, cuyo deber es servir a la comunidad, a la sociedad, trascendiendo esquemas políticos maniqueístas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario