
Con un disparo a la testa de la inocencia. Así comienza el primer filtrado episodio de The Walking Dead, un ejemplo
de adaptación y una verdadera cátedra del gran Frank Darabont (Sueños de Fuga, Milagros Inesperados, La Niebla). Salten en una pata desde ya los fans del cómic, porque escena a escena la presentación televisiva esabsolutamente fiel al material original. The Walking Dead es además adulta y leal con la idea de los sobrevivientes de un apocalipsis sin esperanza, recuperando una gran revisión madura. Avanzando también de la mano con el gore, las vísceras y las emociones, el piloto expande la base de violencia del cómic y le agrega más corazón, con lo que consolida el traspaso en carne y hueso de este mundo contaminado, seco hasta las tripas, plagado de no-muertos sin conciencia y en donde los personajes humanos cobran agobiante vida con ninguna esperanza en el horizonte.Esa es una clave del éxito y por lo que su piloto debe ser considerado más que un epic win instantáneo. Days Gone Bye (Días Pasados) es una obra mayor de la televisión, debe ser el mejor primer episodio desde el piloto de Lost y es una presentación que hasta merece la creación de una nueva categoría de evaluación máxima.

La principal fortaleza del piloto de esta, la serie más anticipada de este segundo semestre, es el modo en que el guión expande las líneas de argumento, aprovechando todas las virtudes audiovisuales del medio para fortalecer a los personajes. Todo lo que lees en el comic, está maximizado y reforzado con el tratamiento visual. Ese es un logro esquivo que generalmente nunca se cumple, elevando la decepción y depresión, pero Darabont lo consigue agregando situaciones al guión de su propia cosecha, las que en todo momento son un verdadero aporte que nos atrapan en esta atmósfera de sutileza deprimente, inquietantemente terrorífica.
La versión de Frank Darabont se inicia con una secuencia que instala de inmediato a la audiencia masiva que desconoce la fuente original, en el violento terreno comecerebros que les espera, al presentar el encuentro entre el policía Rick Grimes, el protagonista de esta historia interpretado por Andrew Lincoln, y una pequeña “caminante“. Esa impactante carta de presentación, de la que evitaremos spoilers, es un anticipo, un aviso para el público común y silvestre para lo que se vendrá en los siguientes episodios. Qué digo, temporadas. Aunque así no comienza el comic, The Walking Dead en las viñetas entra en un espiral de violencia y situaciones límite tal que bien vale esta advertencia donde los realizadores demostrarán valentía y cojones. El impacto del disparo en esa escena inicial destaca como una gran señal que genera esperanza retorcida, para que veamos concretada toda la turbiedad que anticipa el cómic a través del amparo de AMC. Simplemente increíble.

De ahí en más, y tras sus créditos iniciales, la serie sigue de forma casi calcada la línea del cómic. Junto a su compañero Shane (Jon Bernthal), y mientras nos entregan un excelente sustento ausente en el material original en torno a los problemas familiares previos entre Rick y su mujer, el hombre de ley se involucra en un tiroteo que lo lleva directo al hospital. Muy en onda de 28 Días Después, despierta semanas después sin saber qué ha sucedido. Nadie está a su alrededor, pura señal de caos. Pero lo que pasó poco a poco se revela: una plaga desconocida arrasó con la sociedad, levantando a los muertos y el pobre policía sigue en pie en medio de la desolación. The Walking Dead entra así en una dinámica de incertidumbre en la que Rick tiene un solo objetivo, encontrar a su familia y mantenerlos con vida en ese hostil escenario. Andrew Lincoln es el protagonista absoluto del primer episodio y para dar cabida a todo el elenco, existe una secuencia añadida a mitad de camino que no está en el comic y que tiene que ver con una comunicación cortada a través de la radio. Quizás aquella secuencia adelanta demasiado el conflicto de relaciones que se avecina, pero sin embargo no hace más que mantener el foco en los personajes. Nadie puede alegar por eso. Ni el fan talibán más cerrado de mente.
A tanto llega ese enfoque, que personajes absolutamente secundarios cobran mayor profundidad en pantalla. Tras salir del hospital, Rick se dirige directo a su hogar. En medio de su desorientación y desconsuelo al no dar con su su familia, se topa con un dueto de personajes que han encontrado protección en la casa de su vecino. Morgan & Duane, padre e hijo, le informan del estado de las cosas y nos acercamos al terror que han debido sortear mientras el mundo se ha ido al diablo. Este es un primer encuentro pequeño en el comic, que aquí se transforma en un verdadero detonador situacional que da sustento a la atmósfera y el quiebre que vive el ser humano ante la pérdida de los seres queridos. Ese giro de su presentación inclusive es tan bueno, que desde ya sirve de base para anticipar el nivel de profundidad que aprovecharán en la adaptación. Y eso es una puta maravilla.

Aquí nos dan una pequeña mirada a la clase de temáticas y situaciones dramáticas a las que Darabont no le hace asco. De hecho, basta con rememorar a The Mist para tener los flashbacks de sufrimiento emocional. Como audiencia nos angustiamos con lo que el director logra poner en pantalla y por eso le agradecemos. Es ese tipo de juego en la atmósfera la que caracteriza a Darabont y aquí está nuevamente en su más alto nivel. Quizás por eso la muerte, o mundo zombie hasta el momento, en The Walking Dead no es un accesorio o un simple elemento para atraer el ojo de los que quieren ver sangre por sangre. Está presente a cada minuto y forma parte de la identidad de la serie. De ahí que el director/guionista utilice la base de la historia escrita por Robert Kirkmanpara aderezarle aún más sustancia emotiva a lo presentado en las viñetas, confrontando aquellos terrores familiares con los breves momentos de cotidianidad interrumpida por el sentimiento de peligro constante. Vemos a los personajes ducharse por vez primera y no existe mayor dicha que esa en aquellos momentos.
Los agregados narrativos sirven también de base a una serie técnicamente impecable, destacando la música del siempre sólido Bear McCreary (Battlestar Galactica) y la fotografía de la realización. Una vez que Rick llega a la desolada ciudad de Atlanta, la serie llega a un punto de ebullición total en la puesta en escena. Pero es el trabajo de maquillaje del equipo comandado por Greg Nicotero el cual puede ser denominado como simplemente excelso. Los muertos son más que peligrosos pedazos de carne putrefacto, tienen una gama de diseño amplia y su historia previa queda identificada de un simple vistazo. Dudo que alguien pueda llegar a sentir que ve el mismo zombie repetido varias veces. Aquí no se nota pobreza, coman carne con confianza y disfruten el arte del maquillaje en su punto más alto. Donde la no-muerta cercenada por la mitad, y que va arrastrándose como un gusano, merece un premio por si sola.

Days Gone Bye destaca además porque el sustento de terror y sangre está manejado con la mano de alguien que sabe evitar caer en lo explícito para ganar más puntos de audiencia por puro amor al shock. Es decir, ahí tenemos el ejemplo de gran parte de la tercera temporada de True Blood. Funciona ahí, sí. Pero eso se da por el tono de aquella serie y no todo puede ser así. En cambio aquí tienen sangre, cráneos explotando cortesía del plomo y, especialmente, gloriosas vísceras equinas al por mayor. Pero todo está tan bien tratado, que es un placer ver violencia justificada y presentada de forma maestra. Y simplemente no puedo esperar para cuando entre en juego el esquema en donde el peligro se comienza a relacionar con la clásica idea que el mal siempre tiene más que ver con los propios humanos.
The Walking Dead tiene un piloto tan sólido, que solo nos resta salir a vociferar su grandeza. Los primeros números en el cómic son buenos, pero después del primer arco se desata la puta locura. Y cuando llegue ese momento, creo que ni siquiera sus fans estarán preparados para el nivel de profundidad que promete entregar esta revisión. Frank Darabont superó en esta primera entrega al cómic y si lo sigue haciendo a futuro, estaremos frente a una de las mejores series de la historia. Una que se transforma en sinónimo del mejor ejemplo de adaptación a un nuevo medio. Una obra maestra del género.
Heroicos y malandras, nosotros caímos en la tentación pero la serie se emitirá oficialmente a partir del 31 de octubre en Estados Unidos, el 1 de noviembre en Latinoamérica a través del canal Fox y el 5 del mismo mes en España. ¡Atentos!
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