Gabriela Aguilar, profesora y fanática de esta corriente resume su esencia: “Te permite ser libre, es una excusa para
hacer y tomar lo que de verdad quieres. Es un estilo desenfadado que produce resultados sorpresivos, que al final son siempre una interpretación”.Las posibilidades estéticas de la fotografía se convierten entonces en límites fáciles de transgredir. Los colores se saturan, las formas se multiplican, cambian, la luz es nueva y el contenido es ahora infinito. En una época en que disparar es casi mecánico, en que las cámaras digitales capturan imágenes casi por sí mismas, la propuesta es romper los paradigmas tradicionales y lograr nuevas obras de arte.
Cámaras analógicas que parecen de juguete, viejos rollos de película y absoluta libertad creativa caracterizan una tendencia que se basa en Diez Reglas de Oro, las principales: “Lleva la cámara a dónde vayas”, “Úsala en cualquier momento, día y noche”, atrévete a tomar imágenes sin ver por el visor: “Dispara desde la cadera”.
Años atrás, en 1991, un grupo de estudiantes realizó un descubrimiento en Viena que conmocionó su forma -y con el tiempo la de miles de personas- de hacer fotografía. Encontraron en una tienda una cámara LC-A, analógica, plástica, liviana; con un lente poco convencional, que en vez de sobresalir, estaba incluido en el cuerpo de la cámara. Pronto descubrieron que las imágenes captadas con aquel invento de 1984 eran completamente distintas a las usuales. Y ahí comenzó todo.
El encuentro con la máquina rusa inició el movimiento que, sumado al planteamiento estético, el regreso a la fotografía de rollos y revelado, y cientos de personas involucradas alrededor del mundo, dio lugar a la Sociedad Lomográfica Internacional. Esta organización se agrupó en 1992, saltó a la red en 1993 y ahora hace vida en www.lomography.com, al tiempo que realiza congresos y exposiciones.
Después de recorrer cientos de países, Venezuela recibe sus influencias cuando la versión criolla del movimiento emerge. “Es una forma de disparar, de hacer fotografía, que es evidentemente diferente, los materiales, las cámaras y los resultados son totalmente inéditos”, explica Gabriela Aguilar, una apasionada estudiante de Idiomas Modernos de la UCV que lo promueve en Caracas.
En las calles del país, en los sitios más inesperados, cientos de personas se encuentran armados de la LC-A o las otras cámaras que se han ido descubriendo, como la Holga, la Ojo de Pez –que incluye un lente que hace la imagen circular-, la mini Holga, del tamaño de un llavero, la Diana, las instantáneas, las panorámicas, las de medio formato, entre muchas otras; y se atreven a tomar fotos desenfocadas y espontáneas, superponer imágenes, mantener los bordes del negativo e, incluso, utilizar una dotada con varios lentes para tomar imágenes en secuencia y hacer cortos o series.
El resultado de estas aventuras, de salidas grupales o exploraciones individuales que capturan al país, se encuentran en la red. Aguilar creó http://lomografica.tumblr.com/, un espacio donde las obras de venezolanos y extranjeros, de jóvenes universitarios, están al alcance de todos.
También cuentan con el grupo de flickr LomoVenezuela y ahora un nuevo espacio en la Escuela FotoArte, donde la ucevista dicta las únicas clases del país para dominar esta modalidad. El proyecto es establecer la Asociación Lomográfica de Venezuela, como existe en Brasil y Argentina, para vender los equipos, aprender, compartir experiencias y dedicarse a crear fotografías que alcanzan nuevas posibilidades.
Este artículo salió publicado en la sección Big Bang de la 9na edición de Revista Ojo.
via http://revistaojo.com/2011/04/25/el-regreso-de-la-fotografia-analogica/
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