María Antonieta de Austria fue criada para ser reina, jamás tuvo otra ocupación. A los efectos se le enseñó, canto, baile, etiqueta y muchas otras cosas propias del jolgorio real de aquellos tiempos. Muy parecido a los señores políticos de hoy, que son de profesión ¡políticos! Para María Antonieta el mundo era el palacio, desde allí todo se hacía, todo se conocía, todo se arreglaba, hoy los nuevos políticos lo arreglan todo desde restaurantes y centros de convención, decidiendo con pactos el destino del “pueblo”, como en aquellas de decidían los destinos con matrimonios.
Existe un mito con respecto a María Antonieta, se dice que viendo al pueblo revuelto en las calles, protestando ante la escasez de trigo, preguntó: “¿por qué se queja esa gente?”, a lo que le respondieron que protestaban porque no tenía pan para comer, y ella, creyéndose portadora de una lógica irrebatible contestó: “pues si no tienen pan ¡que coman pasteles!”. En realidad María Antonieta jamás pronunció esa frase, pero se regó entre el populacho como cierta porque realmente correspondía al perfil de la reina. Una mujer dispendiosa, que dilapidaba la hacienda pública sin el más mínimo reparo de las necesidades que pasaba el pueblo, ese pueblo que con sus impuestos le sufragaban los excesos. Como los políticos de hoy.
Este escrito va dirigido a nuestros políticos, nuestros “María Antonieta”, que vienen a ser, al menos al día de hoy, absolutamente todos los políticos de nuestros país, todos, ¡todos! Que parecen creer que el pueblo pasa hambre solo por el antojo de no sustituir el pan por pasteles. De hecho, pienso enviarlo a algunos de ellos, unos que personalmente conozco y otros que no, y de quienes tengo sus direcciones de correo, aunque reconozco que no tengo mucha esperanza de que lo lean, mucho menos de que reflexionen al respecto. Pero también quiero la opinión de ustedes, bien sea para apoyar lo por mí expresado aquí, o para decirme que estoy muy perdida en mis apreciaciones.
A lo largo de mis incursiones en la política he recibido comentarios de reconocimiento por mi capacidad de “predicción”, les asombra que yo sea capaz de prever algunos eventos, y en cada ocasión soy yo la asombrada, que no entiendo como es que ellos no son capaces de ver lo que es más que evidente. El último asombro le correspondió al surgimiento de los indignados españoles. Pues bueno, aquí les va otra predicción, la de los “arrechos” venezolanos, porque siendo como somos menos finos que los españoles, aquí no nos indignamos, nos arrechamos.
El pueblo venezolano navega ahora entre el asco y el miedo, y cuando digo pueblo, hablo de todo el pueblo, el rojito y el azulito. Los rojitos ven en su dirigencia la incompetencia más atroz, ve el engaño y la burla, pero los otros ¡les dan miedo! ¿no fueron acaso testigos de la persecución atroz de los días 12 y 13 de Abril? Temen que les quiten lo que consideran logros sociales, incompletos, carentes, pero logros al fin, no se puede negar que más de uno puede medio comer gracias a Mercal, comida de mala calidad, pero comida al fin. Tampoco se puede negar que aunque sea un dolor de barriga han pasado en un barrio adentro. Los suyos le dan asco, pero los contrarios, le dan miedo.
Los azulitos tienen miedo del comunismo, se aterran ante la posibilidad, cada día más cierta, de perder aquello por lo que han trabajado toda su vida, se ven ahogados incluso para hacer lo único que saben hacer, trabajar para vivir. Montar un negocio o ejercer un oficio cualquiera es un vía crucis, un enjambre de funcionarios de distintos organismos parecen tener por única labor el entorpecer el desarrollo económico ciudadano, bien sea por la vía de impuestos, licencias, multas y tributos varios, o por la vía expedita de la extorsión y corrupción. Pero los otros, los suyos, dan asco, nadie sabe exactamente que hacen aparte de salir en televisión maquillados y bonitos (algunos).
Lo cierto es que nosotros, los que no nacimos ni fuimos formados para la política, navegamos entre dos aguas, las del asco y las del miedo. De escribir Don Rómulo Gallegos su Doña Bárbara hoy en día, Marisela tendría que escoger entre quedarse con su cruel madre o empatarse con Balbino Paiba o un similar.
Luego, la oposición se asombra de no conseguir más simpatías cuando este gobierno es tan malo. No entienden como la gente no los prefiere a ellos ¿Por qué será? Pues mucho me temo que es porque la gente sabe que ustedes no son muy distintos a los otros, y que montados en el poder, la situación no cambiaría demasiado. Se intuye casi con certeza que el desprecio que tiene el gobierno actual por las preocupaciones de la gente, lo tienen también ustedes.
Viven ocupadísimos, nadie sabe en que, porque lo cierto es que salvo las salidas en TV, que parece que son vitales, nunca se les ve hacer un carajo, por regla general no se les ve en las calles, hablando con la gente, preguntando, tomando el pulso del país. Eso sí, cuando hay elecciones salen en miríadas, pero no a dar, si no a pedir votos. Los votos de la gente a la que nunca atienden porque no tienen tiempo.
Vamos a ver señores de la oposición ¿como carajos quieren que les crea que desean el apoyo popular? Porque yo sé, por experiencia propia y ajena, que ustedes no solo no buscan a la gente, sino que a la gente que los busca a ustedes, le dan una soberana patada por el rabo a cada rato. Sean sinceros ¿cuantos apoyos o sugerencias han despachado con un “Gracias por sus comentarios. Estamos en contacto.” Contacto que demás está decir que nunca llega.
Justo ayer leí sobre un wikileaks donde Alfredo Keller le revelaba al diplomático useño como en diciembre 2009 estuvo buscando un solo político de oposición que le prestara un par de horas para discutir sus últimas encuestas. Sobra decir que no lo encontró, estaban muy ocupados ¿en qué? Celebrando las navidades ¡no te jode! Que a ver si los pobres van a tener que interrumpir un “justo y merecido” descanso para ocuparse de su oficio y menos si no hay elecciones de por medio. Si eso es así con Keller, no les cuento como es el maní con los pendejos.
Y mientras ustedes, los políticos, están muy ocupados, demasiado como para contestar un correo más allá de “no nos llame, nosotros lo llamaremos”, mucho como para atender una llamada de teléfono, excesivamente como para dedicar 5 minutos a una persona o un grupo de personas, intuimos que no están tan ocupados como para sentarse a dialogar con los que nos dan miedo. Que a más de uno lo han visto en restaurantes (versión moderna de los palacios de antaño) departiendo muy amigablemente con un contrario.
Pero mientras todo esto pasa, mientras comparten y disfrutan entre whiskitos y ricas comidas, mientras están ocupadísimos en arreglar el país frente a un buen plato de comida y mejor bebida, hay un pueblo que peregrina buscando café, aceite, azúcar, leche y muchas otras cosas, que recorre toda la ciudad con una bombona de gas a cuesta, que saca cuentas y más cuentas, recortando de donde no hay, para pagar un seguro médico, y cuando las cuentas no dan, rogando no enfermarse, o recibir un tiro inoportuno, porque es en este país significa eso la muerte o la quiebra, a veces las dos cosas. Al mismo tiempo que ustedes, los políticos, atienden sus cosas (que no sabemos cuales son), a los ciudadanos, esos que con sus votos e impuestos os dan de comer, les cortan la electricidad, los atracan, los matan, les matan a sus hijos, se los apresan, muchas veces injustamente, les quitan sus negocios, su medio de vida, su comida, su pan.
Y creen ustedes señores políticos, que “esto aguanta un poco más”, que la cosa no es tan grave, y ciertamente, para ustedes no lo es, después de todo no son ustedes los que sufren día a día sin tener siquiera el consuelo de un dirigente que extiende la mano amiga y la palabra de consuelo, para decir “yo estoy aquí y entre todos podemos resolver esto”. Más que eso, no solo no se siente la palabra amiga, sino que se siente en plenitud el desprecio más absoluto, se siente una especie de “no me toque que me ensucias”, se siente el “no voy a perder mi tiempo con un don nadie como tú”. Vuestro apoyo, vuestro único apoyo, se basa en el miedo que los otros inspiran.
Pero cuando alguien pierde su medio de vida, su techo, su familia, cuando se pierde todo, también se pierde el miedo, y entonces, la indignación crece, arropa y ahoga estallando en una inmensa arrechera. Es ahí cuando a quien nos diga que si no tenemos pan, comamos pasteles, le cortamos la cabeza. Y en ese punto, no hay retorno.
Aclaro que esto no es una amenaza, es una alerta, es lo que claramente está pasando, y que ustedes no ven porque “están muy ocupados”. El gobierno es responsable de la ruina, pero ustedes son responsables de la desesperación, ustedes son quienes le demuestran al pueblo que la única salida, es la muerte.
María Antonieta subió al cadalso, al hacerlo tropezó con su verdugo, y le dirigió lo que fueron sus últimas palabras: “Disculpe, señor, no lo hice a propósito”. Esas palabras no la salvaron de, literalmente, perder la cabeza. Están a tiempo, les recomiendo que dejen de dar asco, porque “los otros”, ya están dejando de dar miedo.
Y usted mi querido lector, que tanta paciencia ha tenido de leerme ¿está tan harto como yo de que le manden a sustituir el pan por los pasteles?
VIA http://dracox.com/2011/06/15/laindignacionvenezolana/
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